Morir antes de morir
y dejar de visitar a las mujeres
conservar las aptitudes del que mira
y ser, para Él, todo ojos.
Conservar la existencia de por vida
y no revelar el nombre del Amado
sus cualidades de vino inmortal
y liberarse de las cadenas del acto.
Pura unidad, sin diferencias con el Ser
y en su regocijo de siervo dichoso
recorrer el camino hacia atrás,
los confines infinitos del regreso.
Morir antes de morir
y conservar los atributos del dos
el tesoro oculto de la amada
en un vientre con rango de totalidad.
Y ser fuego, sin añadir nada al fuego
y ser brasa de la hoguera y no quemarse.
Ser amor en ella y no consumirse
porque la amada es amor en si y no arde.
Esa clase de amor que sólo admite
borrar sus efectos a través del don,
fundida en la caridad del que se da:
una fuerza que posee y en ella existe.
La locura es mi aliada
Veo en medio de la bruma
Ardo en un océano de agua
Me licúo en el corazón del fuego.
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