Es media luna, paloma, aquí en el norte
y Berenice es cómplice de mis anhelos:
una odalisca vieja de frutas amargas
que sólo calcina con ternura mis ojos cansados.
Es media luna, paloma, aquí en nuestra jaima
donde sólo los camellos conversan entre sí
y ofrecen testimonios de prudencia al malhechor
no distingo los colores, pero advierto los jazmines.
Las rosas y las espinas conviven en mi recuerdo
y el té y las naranjas, la leche y el ámbar
ya no son las mismas, sin haber cambiado
ni su esencia o contenido o paladar.
Sólo el significado cambia en el instruido,
en aquél que goza de la sutileza del rango
y convive tanto tiempo con la castidad.
¿Acaso el santo no te alcanzara en su vuelo?
a ti paloma, que lejos de mi y con otro vino
embriagas con fluidos el descanso de otros,
más verdes que la albahaca tus ojos
y demasiado blanca tu piel para el desierto,
resurgirás en otro vientre, en otra sangre
poblarás las salinas y las ventiscas
te harán saber de donde procede la miel
y sostendrán una vela y soplarás enjambres
extendiendo un regocijo de avispas,
que zumbarán desde Asia Menor a Samarkanda:
en los confines del mundo, hay una paloma
1 comentario:
Cómo no te he descubierto antes?
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