Bebo té y te escucho mencionar
tu deseo de mí, expuesto tantas veces.
ofrecido como un manjar delicioso,
después de ser harto y ebrio.
Cautivo de ti me adormezco
a la sombra del olivo, pensando
en otras sombras de ese mismo tronco,
de otras tardes, donde el éxtasis
inmortal de las cigüeñas
coincidiera acaso con el mío.
jueves, 22 de marzo de 2007
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