Un reino de espigas y granadas
de higos y amapolas fluorescentes
de remansos y tardes encantadas
de olivos y de sombras transparentes.
Un reino de ranas cantautoras
principados de espadas que no hieren,
de enjambres de abejas bienhechoras
que hinchan mejillas, endulzan y sucumben.
Un lugar donde abrevan las bestias
en convivencia con los animales más perfectos:
allí los gatos maullan melodías,
y los faquires encantan monstruos.
Un reino de espigas que te ofrezco
a cambio de ese nudo de tu trenza
en la albahaca ligera de tu mirada
habrá jardines y estrellas y estanques.
Delicada paloma prendida de una luz personal
puente de mi madurez y perseverancia,
por los goces de la sutileza sabia
que aprendí de hombres perfectos.
Diseñaré para ti un destino
de caracoles saciados
que habitarán el mundo
y sus deltas interiores.
martes, 13 de marzo de 2007
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