Copulaban las palomas en las jaulas
y las cigüeñas en las mezquitas.
las alondras en las sinagogas
y el gorrión en el campanario.
En todas las bocas libé ese néctar
y en todas quedó prendida mi marca:
un fluir sin fin, un ansia hecha río
un sólo cuerpo hecho vela y barcaza.
Del color de la arena tus ojos se hunden
en el manantial de la luna que hechizaste.
Lechuza sin párpados, procedo de la noche
y persigo lagartijas por la sombra de las ramas.
Prisionera del suelo, mi presa se muestra dócil
y muestra su huella oculta en la hojarasca:
un sonido de hojas rotas que desfallecen.
La capturo con mis ojos que ven más allá
profundos y despiertos, hechos para sutilezas.
Es entonces cuando alzo el vuelo
y me vierto insensible al fracaso.
Soy también víctima del enigma de la luz.
y de la humareda de los espejismos.
domingo, 25 de marzo de 2007
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